BOGOSHORTS: Un Festival nacido InVitro
Hace 14 años, en un bar de la zona de Chapinero en el norte de Bogotá nacería tal vez una de las experiencias más notorias del cine nacional, atrayendo a un sector que por muchos años era poco conocido por los mismos lenguajes que la industria ha vendido construyendo en los espectadores colombianos y que hoy ha ganado protagonismo en las producciones audiovisuales que vemos todos: El cortometraje.
Hace 14 años el sueño de Jaime Manrique se convertiría en el hoy BOGOSHORTS - Foto tomada de Uff.Travel
Para el Festival de Corto de Bogotá – BOGOSHORTS, que bajo el liderazgo de Jaime Manrique ha permitido entender el mundo desconocido para muchos de los cortometrajes en el mismo lenguaje de la vida cinematográfica, ha llevado a recordar sus orígenes, cuando en 2003 de la mano de un grupo de amigos que veían el cine en otras dimensiones pusieron más que sus aportes, su ambición y sus ganas de poner a Bogotá como centro del cine del que pocos ven porque no lo conocían.
Es así que en este mismo año en el Bar InVitro que se ubicaba en la Calle 59 con 6 en pleno corazón de la vida de la localidad de Chapinero comienzan a ver como mezclar de manera curiosa el cine con la vida nocturna de la ciudad, que para ese entonces contaba con un solo Festival de Cine, una serie de muestras efímeras y un cine comercial dominado por las salas multiplex y la televisión que no ofrecía mucho en su momento frente a contenidos que le interesara a ciertos públicos.
Con este concepto, los días transcurrían en un tormentoso año 2003, pasado por tragedias como la del Club El Nogal, o esperanzas en el deporte, la música y el entorno artístico y político de la época, y este pequeño experimento se fue convirtiendo al pasar de los días en no solo un evento breve, de pocos días, de una efímera contemplación del cine, transformando la vida de InVitro y convirtiéndolo en un Movimiento: El InVitro Visual.
Al paso de los años, Jhonny Hendrix, Ciro Guerra, Jorge Navas o Andres Baiz, que parecieran crecer en medio de las tertulias y la generación de cortos que años después se convertirían en obras maestras complementadas con historias llevadas a largometrajes que han sido sensación de muchos en las salas de cine dentro y fuera de Colombia, veían en el InVitro Visual la oportunidad de no solo participar sino de construir el movimiento que pareciera semanalmente viviera el cine de otra forma.
Evolución de la imagen del hoy Bogoshorts - Cortesia de Laboratorios Black Velvet
Pasarían 10 años, y el movimiento de pocos se convertiría en el Festival InVitro Visual, que atraería a los jóvenes cineastas, como a los que cansados de vivir la monotonía presentada por los eventos cinematográficos del aquel momento verían en este la oportunidad de disfrutar de nuevos ambientes, de nuevos lenguajes y eso sí, de vida social y cine en espacios ya no solo en el InVitro, sino en la ciudad que había acogido la experiencia de los cortos.
Pero como toda gran historia, tendría un momento de quiebre que cambiaría todo para evolucionar: El cierre del Bar InVitro, que llevaría a replantear a Jaime, el mismo que soñó tener este proyecto, que vio en el sueño de los nuevos realizadores la oportunidad de construir un nuevo proceso en el cine colombiano, más el crecimiento de su proyecto de vida con Laboratorios Black Velvet y una visita más de coincidencias y aprendizajes que de demostración y monotonía de las relaciones públicas en el Festival Clemond Ferrand, transformando el FIVV en el hoy BOGOSHORTS, que suena a una afrenta al mundo de decir que en Bogotá y en Colombia los cortos tenían un peso igual que los medios o largometrajes muy apetecidos en los Festivales de Cine del país.
Pareciera que esta dulce historia, llena de seres bohemios, ambiciones por destruir los paradigmas cinéfilos no solo de la capital, sino de todo un país y de un continente que vio en el valiente ejemplo del hoy Festival de Cortos del palmarés más curioso de todos: La estatuilla de la Santa Lucia, se convirtiera en el símbolo de un cine que se transforma en un formato ligero pero entendible para que el mundo lo viva en un solo movimiento, en un solo mantra fílmico, el del cortometraje.
