La Séptima Peatonal: El renacer como vía del Posconflicto
La Carrera Séptima, la misma que ha visto corres la historia como el testigo mudo de los cuentos de nuestros viejos cuando cuentan como esta avenida vio reflejar el nacimiento de Bogotá durante la época colonial, el grito de la independencia, la llegada de la luz al país, 2 visitas papales, innumerables visitas de presidentes de muchos países del mundo, de las posesión de nuestros presidentes y políticos que asumen algún rol dentro del profundo sistema político colombiano, de los desfiles de la independencia, de ser el sitio obligado para celebrar los triunfos de nuestros artistas, deportistas o figuras en mundo de la cultura, las ciencias o la política, incluso de las marchas por la libertad, la paz y la justicia social; pero a la vez de momentos violentos como el Bogotazo, la masacre de los estudiantes de 1954, la toma del Palacio de Justicia, la masacre de Pozzeto, el atentado al Club El Nogal o la muerte de Nicolás Neira, entre muchas historias dolorosas; la dl nacimiento y muerte del tranvía, de los medios no contaminantes, e incluso de los sitios históricos de la época colonial o republicana que por el Bogotazo o porque la historia así lo decidió desaparecerían para dar paso a una modernidad que hizo perder el sentido de la vieja Calle Real.
Pero pareciera que en estos últimos años, esta vía que cruza la ciudad desde la Avenida Primero de Mayo hasta encontrarse con la Autopista Norte a la altura de Chía sobre los puentes de La Caro, tomara otro curso, un curso que dejaría un lado esos momentos de dolor y olvido que quedaron en su asfalto, en las paredes de las viviendas y edificios que quedan junto a esta carretera de Bogotá y le dieran un sentido que para muchos de los que creemos en la paz nunca creeríamos que iba a pasar, ser peatonal y quererla, amarla, incluso verla como el renacer de la Colombia pacifica que está cercana a ser en pocos años. Como preludio de lo que sería la ciudad que pasara de ser la de los problemas originados por la violencia rural y que se reconfiguran en el conflicto urbano, sino en la ciudad que busca ser la principal gestora para las soluciones pacíficas; de nuevo, la séptima, esta bella vía que cruza 5 localidades, varias docenas de barrios de la capital y un sinfín de ciudadanos que utilizan sus carriles y su aceras para hacer los trámites que por sus alrededores se pueden hacer, pero que en un sector del centro de la ciudad desde la Calle 10 hasta la Calle 24 ha decidido ser un gran bulevar de la memoria, un ejemplo de los Campos Elíseos en Paris o de Times Square en Nueva York que dejaron a un lado su utilización como vía de carros para ser de la gente y devolverles un cacho de memoria que tal vez se ha perdido con el pasar de los años.
La Séptima, la vía que vio nacer el Conflicto Armado más largo del Hemisferio Occidental, la misma que tuvo que vivir los dolores de la guerra desde el punto de vista urbano y que recibió por sus carriles a víctimas del conflicto y pobres desdichados que vieron en Bogotá la oportunidad de recuperar sus vidas, se convierte a cada picazo, palazo, puesta de loza o pulida de las placas a nivel del piso en el espacio donde la vida renace, la memoria se recupera y la paz le abre espacio a los ciudadanos para que conozca lo que Colombia, fue, es y será para las nuevas generaciones que vienen. Así, una transeúnte lo vio cuando en medio de su andar en esta nueva sección que fue hecha durante la administración de Bogotá Humana, recordó los hechos de junio del 54 o los de abril del 48, que pusieron en jaque a la avenida que estaba destruida, recordaba los tranvías que cruzaban de lado a lado la ciudad y que la Séptima era su símbolo, su avenida arteria por donde cualquiera reconocería este medio de transporte que para hoy incluso seria moderno de haber quedado según afirma el transeúnte llamado Bonifacio Perilla, quien con 72 años de edad muestra una lucidez envidiable de cualquier joven que pareciera olvidar más rápido que él. También afirmaría don Boni, que por cariño le dicen algunos amigos que siempre convergen en los Billares San Francisco al lado del Edificio Murillo Toro, que cuando el actual alcalde puso esta avenida de esta forma pareciera que sus recuerdos vinieras de manera inmediata, diciendo que esta es la única forma que la gente joven de la ciudad podría recordar su pasado para no “cagarla” como lo hicieran las anteriores generaciones, es tal vez el mejor monumento para la paz que pudiera hacer. Y aunque odie las fotos y como los periodistas de los años 40 tocaba tomar estos testimonios con libreta en mano, es tal vez una de las experiencias más interesantes conocer al hombre que durante su vida desde niño ha visto como la séptima la devora la historia pero hoy la historia ha florecido como las plantas que fueron puestas en los jardines de esta nueva séptima.
Casi impredecible, con muchos antecedentes, pero con un futuro increíble, la séptima se volvió el espacio donde jóvenes y viejos comparten de la mano lo que fue la avenida de los bogotanos, la de los problemas, pero la de las soluciones que pueden llegar en el Posconflicto que cercano a ser realidad, esta vía del centro dará mucho de qué hablar pero ya no de los conflictos o el horror que en esta vivió mas de un colombiano, sino que será la vía por donde la paz entre cuando en pocos años en nuestro país, y especialmente nuestra ciudad recupere ese momento que dejamos congelados como las vías del Tranvía que se encuentra custodiado por un piso falso para que su cristal no se rompa en la séptima que se volvió en el espacio donde la primavera de la paz llegara finalmente a la fría Colombia con guerra.