Nicolás Neira: La llama de la verdad en la Séptima con 18
Pareciera que la séptima estuviera plagada de los momentos más violentos del país, que a pesar de no haber sido tomada por guerrilleros o atacada por fuerzas extranjeras desde la caída de la colonia a principios del siglo XIX, conserva ese lado violento que hace parte de nuestro actual conflicto armado colombiano, y uno de esos casos, tal vez el más reciente que tenga amplia recordación o más bien como las historias de la avenida que pasa desapercibida los acontecimientos que en ella ocurren, ya está comenzando a ser olvidada por la gente que hace 10 años se sentía indignada de las acciones que ese día de mayo de 2005 cometería el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía en contra de un joven que apenas cursaba grado noveno y quien tenía toda una vida por vivir como fue Nicolás Neira.
Placas conmemorativas de Nicolás Neira, muerto el 6 de mayo de 2005
Neira, un niño, apenas un jovencito de 15 años que cursaba su noveno grado en el Liceo Hermano Miguel de la Salle y quien ese día, según el testimonio de sus familiares se dirigía a una actividad de investigación en el centro de la ciudad, fue en una terrible mañana a las protestas que ocurrían tradicionalmente el primero de mayo en el centro de la ciudad, donde empujado por los manifestantes que eran jóvenes que estaban en ese lugar fueran posteriormente atacados por los agentes de la ESMAD, en la carrera séptima con calle 18 frente a lo que hoy queda Payless Shoes y un almacén Kenzo, fuera atacado con gases lacrimógenos y sin la menor piedad posible con sus bastones de mando atacarían de manera brutal al pobre estudiante que simplemente no era un protestante más, sino un joven perdido entre la multitud de las marchas del día del trabajo. Este joven, aguantaría las golpizas que la ESMAD, sin ninguna misericordia le dio, sin saber que era apenas un joven que no soportaría estas acciones tan violentas de las autoridades, y que ni siquiera ellos al verlo inconsciente le prestaron como está estipulado en los tratados internacionales de protección a los derechos humanos como la Convención de Ginebra o la Carta de los Derechos Humanos de la ONU de 1948, sino que como si fuera un criminal del más alto calibre, le darían los golpes de muerte que lo harían sufrir unos días más para fallecer en medio del más profundo dolor, ocurriendo esto 6 días después en la Clínica SaludCoop Juan Piñeros Corpas al medio día.
Pero para sorpresa de muchos, no solo de los que vieron esta horrenda golpiza que recordaría las balas de la Masacre Estudiantil de 1954, en donde estudiantes de manera pacífica protestaban por legitimar el derecho al respeto de la vida de sus compañeros estudiantes ante la muerte de Uriel Gutiérrez, sino de los familiares e incluso de las mismas autoridades que ese día actuaron con sevicia en contra de la humanidad de este menor de edad, hallarían relativamente la verdad de algo que aun pareciera no ser claro del todo, debido a que en principio los agentes que cometieron este delito que se podría considerar de lesa humanidad en contra de un menor de edad que incluso la demostración con pruebas de la Fiscalía no participaba en la famosas marchas del día del trabajo, las autoridades en principio decían que el participaba en un “pogo” ya que estaba cercano a grupos de metaleros participantes en las marchas y que incluso la policía había actuado según las “normas jurídicas” frente a estos casos, pero que luego ante la Procuraduría, los tres agentes causantes de la muerte de Neira, admitieran que el menor fuera algún manifestante que protestara y que bajo este aspecto actuarían de acuerdo al procedimiento de rigor de la ESMAD, aplacarían de cualquier forma la manifestación, sin importar según ellos la vida de los manifestantes, solo por mantener el orden de la zona centro de la ciudad en ese momento.
Olvidada, e cincluso rayada como si la sociedad quisiera ignorar este doloros momento para una familia, incluso para una sociedad.
“Que insólito es que todo en Colombia se arregle con dinero que incluso aun no me cancelan pero del cual no importa porque no devolverá a mi hijo” diría Yuri Neira quien es el padre del fallecido jovencito símbolo del salvajismo policial en las manifestaciones de reivindicación social que hoy 10 años después ya pesar de los testimonios que han entregado los actores de este caso, pareciera no sellarse ese recuerdo que aun pareciera impune frente a los ojos de los que han visto a la familia de Nicolás sin sentir un omento de calma; pero por otro lado, los de los transeúntes que olvidando que en ese lugar un niño había muerto a causa del horror del accionar de los policías que en ese momento pretendían supuestamente defender el orden público, cometieron algo que para el que camina al lado de esa placa lo ignora, e incluso sobre ella pegan carteles sobre como bajar de peso, como leer rápido como el Señor o el Doctor les dará trabajo inmediato tenga o no experiencia, como si la rutina y el tiempo se trataran de devorar la única imagen de memoria que queda de este caso, que aun sus llamas no se han apagado hasta cuando realmente la justicia actué a favor de la verdad y no de las versiones que tal vez no sean ciertas; finalmente, es cierto que una ciudad donde entierra su memoria está condenada a no comprender como la paz podría transformar su vida o al menos no cometer el mismo error que 10 años atrás dio como resultado la impotencia, el dolor y la rabia de los que aun piensan que Nicolás seguirá vivo en el recuerdo de la séptima con 18.