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1954: La televisión hizo olvidar la masacre


El 9 de junio de 1954 un grupo de estudiantes protestaron en contra de las medidas arbitrarias del Gobierno Militar y la muerte 1 día antes del estudiante Uriel Gonzalez, a manos de militares en la Univeridad Nacional. Fotografia en Blanco y negro tomada del Diario El Tiempo - 10 de junio de 1954


Que curiosidad que el titulo fuera el reflejo de la realidad que hoy vive cualquier ciudadano que escarba en la verdad y descubre que la famosa caja mágica como se le ha llamado a la Televisión esconda muchas de las realidades que aun parecieran no salir a la luz, y como si fuera el embrujo de sus imágenes el motivo del olvido, así fue en 1954, cuando 3 días antes de que el General Gustavo Rojas Pinilla al conmemorar su primer aniversario como el Dictador de una Colombia aburrida de la Violencia que había nacido el 9 de abril de 1948 con la muerte de Jorge Eliecer Gaitán y en el cual liberales y conservadores buscaban por medio de las armas resolver sus diferencias, un grupo de estudiantes protestaría por la situación arbitraria que 1 día antes ocurriría con la muerte de uno de sus estudiantes: Uriel Gutiérrez, quien caería asesinado en confusos hechos dentro de la Ciudad Universitaria a manos de las autoridades militares de aquel entonces; pero el acontecimiento que agremio no solo a los estudiantes de la Nacional, sino de las principales universidades de Bogotá daría como resultado una de las peores tragedias con estudiantes que tendría Colombia, y que fue rápidamente olvidada el 13 cuando el General Rojas Pinilla salió con su bonachón rostro en las pantallas de televisión, que era como dijeran en la cultura popular “lo último en guaracha”.


¿Pero como este acontecimiento, fue el primero que este medio de comunicación que procesa imágenes y sonido y lo envía a los receptores de cientos de familias que en ese momento habían adquirido su aparato a través del Banco Popular para ver las primeras transmisiones, seria el causante de que los colombianos solamente recordaran 3 años después de manera breve y luego cayera de nuevo en el olvido la muerte de los estudiantes en Bogotá? Tal vez la respuesta radica en que para ese momento, como en cualquier dictadura, los medios de comunicación tenían dos alternativas: La primera, ceder ante las presiones de los poderosos líderes militares que buscaban alabar su poder y su lucha por sus ciudadanos, quedando ellos como los héroes de una revolución hecha para su gente así no fuera cierto; o cerrar y no opinar o las consecuencias de su osadía serian pagadas con la sangre de sus periodistas y directivos. Adicional a ello, la televisión no era como la de hoy, privada y libre de informar lo que creía que se debe de informar, sino pública y con el manejo del gobierno y de los intereses que esto significa para mantener a las masas sociales en su zona de confort.



Ataques de los Militares a los estudiantes que protestaban en la Spetima con 12. Fotografia en Blanco y negro tomada del Diario El Espectador - 10 de junio de 1954


Los diarios del momento como El Tiempo o El Espectador, tildaron este momento como el acontecimiento más violento que haya tenido la dictadura, ya que no permitió la protesta hacia el Palacio de San Carlos, pidiendo explicaciones no solo a Rojas Pinilla, sino a su gabinete, en especial la de su Ministro de Guerra Gral. Gustavo Berrio por la muerte de Uriel, quien era un estudiante que simplemente protestaba por el recuerdo de otro compañero que años atrás había caído a manos de la Guardia Presidencial en 1929 a raíz del apoyo que los estudiantes universitarios tendrían con los caídos de la Masacre de las Bananeras por parte del Gobierno del momento y de la United Fruit Company, empresa que fue la autora intelectual del hecho ocurrido en Ciénaga. Pero la muerte de Uriel González, pareciera la excusa perfecta para que los estudiantes pidieran más derechos civiles y menor represión política en el país que había caído en las terroríficas dictaduras, que han dejado solo una estela de muerte y horror.

Ese día, cuando se disponían los estudiantes a pedir justicia, y más allá de ellos, a exigir respeto por sus vidas ante las nuevas autoridades militares, parecieran que estas mismas que un año antes llegaban victoriosas al Palacio de la Carrera (Hoy Casa de Nariño) y prometían que la paz sería posible con la mano firme de los militares hechos por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo, caería en los oídos sordos de ellos mismos que atacarían con disparos de bala y arrestos injustificados a los pacíficos protestantes que pasaban la Carrera 7 con Calles 12 y 13 a las 11:30 am, en lo que hoy es la sede del Ministerio de TIC o más conocido como el Edificio Manuel Murillo Toro. Pareciera ver como si de nuevo el ejército hubiera traicionado su juramento de defender al pueblo y más bien haber tomado otro de defender a su dictadura y a su poder centrado en el General Rojas Pinilla.


Los estudiantes muertos y heridos caían por doquier en la Carrera Séptima, curiosamente cerca de donde murió Gaitán a mano de Roa Sierra y las manos oscuras del poder colombiano, pareciera mezclarse esta sangre que fue regada 6 años atrás por el caudillo liberal con la de los estudiantes que presos del miedo salían en estampida y otros que con impactos de bala daban por finalizada su vida sin haber sabido que hubiera ido de sus vidas al momento de recibir sus títulos de medicina, ingeniería o derecho. Insólito hecho que el 9 de junio de 1954 provocaría que en la memoria de la Colombia sin memoria o más bien de la que entierra su memoria con la tierra del olvido y de las cosas banales dejaría de lado este hecho y pensaría más bien en cómo podrían ver “El niño del pantano” o escuchar las palabras del glorioso General que diría que ha nacido en Colombia la Caja Mágica o llamada por otros la Caja Idiota.


Placa en homenaje de los caidos a manos de los militares en la Protesta Estudiantil del 9 de junio de 1954 en Bogotá.


Pero en 1957, la memoria de Uriel Gutiérrez, Álvaro Gutiérrez, José Carlos Grisales, Elmo Gómez Lucich y Hugo León Velásquez saliera para dar un golpe mortal en el mes de mayo de ese año para dar fin a la dictadura que más bien respetaría el tiempo de ejercicio democrático como lo es estar 4 años en el poder y dejar a un lado el militarismo como eje político a ver el primer intento de unidad partidista exitoso como lo fue el Frente Nacional, que para muchos unos años después pareciera haber sido peor de la dictadura del General Rojas Pinilla. Sin embargo, después de la caída de los militares en el poder, de nuevo esa memoria de los estudiantes que murieron, de los que quedaron heridos en medio de este combate de 1 sector frente a otro indefenso, ha calado en las ideas de los que hoy toman la lucha estudiantil como una excusa para faltar a clases o incluso de generar actos de vandalismo a nombre de la lucha popular, pensando a veces muchos de los que conocen la historia de los estudiantes que cayeron en la primera gran manifestación anti dictatorial del continente, por qué usan estos nombres para defender algo que ni los de ahora creen en estas luchas.


Es el sinónimo de que estuvo bien tramada esta historia, del olvido y el desprecio de lo que muchas veces los medios no quieren informar, ya sea por conveniencia o por evitar como dicen otro 9 de abril, pero pone a reflexionar incluso al más escéptico de los individuos al pensar que los medios están hechos en muchas ocasiones para el poder que viene junto a ellos y no al pueblo al que debe informar con la verdad y con el criterio de defender a los que necesitan ser defendidos, no a los que tienen todas las defensas e incluso ir al ataque para mantener su poder sin importar lo que la gente piense de ellos; pero que lo alternativo recuerda, porque es romper con el pasado y aprender para el futuro, como lo haría los que comienzan a estudiar este hecho recordado en una olvidada, sucia y derruida placa que los recuerda a ellos, los que nunca debieron caer, sino los que debieron cambiar a un país que pareciera no querer o no poder nunca tener un cambio.

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