La Avenida Caracas: Testigo de cemento de la vida de la 18
Primer fragmento de Fotografia tomada de Revista Cromos Agosto de 1963, segundo fragmento tomado de Skyskraper City Usuario: HappyGiuseppe Abril de 2008.
Silente, llena de huecos pero útil para recorrer Bogotá en el moderno sistema Transmilenio, que mueve a millones que viven en el sur y que los lleva a los destinos que sean necesarios para trabajar, estudiar o realizar cualquier tramite o cumplir cualquier cita. Es esa avenida llena de recuerdos de un pasado en el transporte urbano capitalino pasa por la localidad y tal vez es la testigo silente de los acontecimientos que han ocurrido desde la Avenida Primero de Mayo hasta la entrada al barrio La Paz en la 50 Sur.
Si se habla de acontecimientos, fuera de los que en el mundo del transporte han ocurrido en esta vía, caso de la llegada de los primeros trolebuses que pasaron por esta famosa carretera, luego la Troncal Caracas creada por el exalcalde Andrés Pastrana a finales de los años 80 y Transmilenio en el 2000; también se podría hablar de lo que esta vía ha visto crecer cuando fue construida su ampliación hacia el vecino municipio de Usme en 1950 de la mano del entonces Alcalde Fernando Mazuera Villegas; el cual construyó esta vía con el fin de conectar a la ciudad de norte a sur, especialmente a los municipios de Usme, Chapinero y Usaquén, que en el año 1954 fueran fusionados con Bogotá en el gobierno del ex dictador Gustavo Rojas Pinilla.
Rafael Uribe, que para ese momento era simplemente un viejo recuerdo de un político y militar asesinado ya hacia bastantes años y que aún no era el nombre de la decimoctava localidad de Bogotá, era uno de los centros de desarrollo con la Avenida, ya que permitió crear los primeros barrios del antiguo Instituto de Crédito Territorial, es decir las primeras Viviendas de Interés Social con el nacimiento 1 año después de la construcción de la Avenida del barrio Quiroga, que terminaría sus obras hasta bien entrados los años 70 con la construcción de la última casa en el Octavo y Noveno Sector. Casa abovedadas, llenas de sueños no solo de obreros humildes que vivieron en estas casas, sino de los militares y policías que vivirían en la época de la dictadura, ya que muchas de estas viviendas se les asignaron a estos agentes de la ley; sin embargo, no solo sería el Quiroga la única historia.
Transcurría abril de 1961 y una familia caldense aburrida de no poder conseguir una casa o al menos una habitación arrendada en la zona de San José Obrero, se tomarían una colina frente a la Avenida Caracas con Calle 33 Sur, siendo la primera familia que llegaría al hoy barrio Las Colinas, lo cual atrajo a un grupo de 6000 familias en menos de 3 días, según reportara el Diario El Tiempo del 15 de abril de 1961 cuando fue a cubrir esta noticia que causaba revuelo por ser la primera invasión de un predio como era este que pertenecía al antiguo ICT y que incluso pretendía crearse un parque para los habitantes de la Quiroga que quedaba frente a esta. Con esto, Colinas, junto al barrio Juan XXIII en Chapinero y el Policarpa en Antonio Nariño serían los primeros ejemplos de construcciones irregulares y barrios de invasión que la Bogotá de los 60 tendría que ver; sin embargo volviendo a la Avenida Caracas, seria esta misma vía la que cruzarían los policías de los Escuadrones de Antimotines (Nuevos para esa época), tratando de desalojar este sector de la ciudad; algo que finalmente no se dio y que haría que la ciudad cediera y conformara los barrios Las Colinas, Las Lomas, Granjas de San Pablo, El Pesebre y San Juanito, que curiosamente verían la Caracas como el lugar de movilización de su lucha por las casas dignas y los servicios para todos.
Otra historia que transcurriría en la Avenida Caracas, seria en frente del Barrio Santa Lucia, cuando a principios de los 60, esta vez no serían los ciudadanos que querían su casa en un barrio de invasión, sino el Acueducto de Bogotá, que construiría su lujoso club de empleados que hasta 1995 estaría allí, engalanado con un hermoso salón, espacios para el divertimento de los empleados y sus familias, pero especialmente de la famosa Plaza, donde los rejoneadores más aclamados de los años 60 hasta los 90 pasaron por esta pequeña plaza que se asemejaba a La Santamaría pero a un nivel mucho más pequeño; es así que no solamente el que fuera empleado o familiar tenía acceso a los lujosos bailes de salón de las orquestas del momento como Los Melódicos o la de Lucho Bermúdez, sino que muchos amigos de los empleados asistían a estas pomposas fiestas de vestidos largos y corbatas volando entre las serpentinas y los olores de los dulces pasteles y los sabrosos manjares hechos por los cocineros del club. El club se trasladó afuera de la ciudad, el gran salón fue demolido y allí se construyó el CADE Santa Lucia y al lado algo que pareciera espacio para un Super Cade y del Club hoy solo sobrevive su derruida Plaza de Toros, quien fuera el preludio de la muerte de la tauromaquia en la ciudad.
Finalmente, como no recordar el paradero de los buses y trolleys en donde hoy es la Alcaldía de Tunjuelito, donde muchos que vivían en zonas como Palermo Sur o e incluso en la Diana Turbay vendida inescrupulosamente por un tierrero pionero de las invasiones delos años 80 y 90 en Bogotá, le daría espacio a agrandar la ciudad que para muchos hasta antes de los años 70 terminaba en la joven Penitenciaria La Picota que para ese momento ni 30 años tuviera de vida, y ni siquiera albergaba los poderosos líderes políticos y empresariales que invadieron las finanzas de la ciudad y las convirtieran en sus arcas personales, desangrando a Bogotá.
Esta Avenida, la cual vivió los cambios del transporte de Bogotá, pero también la de las historias que pasaron en esta vía de la capital y de sus procesos urbanos, los de los grandes eventos y de los barrios que aprovecharon su hechura para poder sobrevivir y afianzarse en la vida de los bogotanos es el símbolo de como nacería en el año 1974 la localidad 18 de Bogotá y la que aun en sus vías se recuerdan no solo estas, sino cientos de historias, como la de los talleres de carros en Santa Lucia, las lechonas del Quiroga, la 44 Sur y el origen de la estatua de Santa Lucia, entre muchas más, serian el reflejo de la Bogotá y de la localidad que trata de no olvidar su pasado a pesar de que el tiempo corre y pareciera que se fuera en ella estas vivencias de la localidad de la memoria, la del lado B que realmente olvidamos muchos porque el lado A es tal vez la de la localidad monótona y gris que a veces la vemos con crímenes, tristezas u olvidos, y olvidamos que aquí está el recuerdo de lo que Bogotá es hoy, la ciudad que acoge a todos, sin importar su origen o su pasado, la del perdón y el olvido cuando este no queda impune en el abismo de la ignorancia y el miedo. Esta avenida y esta localidad es realmente la cinta de nuestra memoria que jamás debemos de olvidar para construir una mejor realidad para todos.